Este lunes fue uno de esos días
que todos sabíamos que llegaría tarde o temprano, pero que de todas formas nos
pilla a traspié, inmersos en lo cotidiano de cada una de nuestras vidas. Y
aunque es casi incomprensible que alguien se sorprenda por la muerte de un
hombre de 95 años, no así lo es el pesar que muchos sienten hoy por la partida
del afamado Stan Lee, quien es uno de los contribuyentes más notables que ha
tenido el acerbo de nuestra cultura popular.
Stanley Lieber fue una de las
figuras más importantes del comic de la segunda mitad del siglo XX. Fue gracias
a él que los superhéroes consiguieron sobrevivir a la mayor crisis de su
historia. Por si no lo saben, durante la Segunda Guerra Mundial el comic, en
especial el de superhéroes, llegó a ser uno de los medios de expresión
artística más populares, siendo llevadas toneladas de revistas a los
combatientes americanos en el frente para su entretención. No obstante,
terminado el conflicto, la gente dejó de comprar comic; primero porque lo
asociaban con la guerra y después debido al libro “La Seducción de los
Inocentes”, escrito por el psiquiatra Fredric Wertham, quien antojadizamente
culpaba a los comics de todos los males de la sociedad americana.
Fue en este escenario que Stan
llega al mundo del comic, con un montón de editoriales que cerraron debido a la
crisis de venta y la autocensura impuesta por la industria, lo que había
transformado los comics de ser un modo de expresión artístico revolucionario a
volverse un insípido entretenimiento de niños. Algo reacio a que su nombre
verdadero se viera relacionado con los comics, usó el pseudónimo de Stan Lee,
con el cual sería conocido hasta nuestros días y que se transformaría en una
marca registrada. Él es uno de los grandes responsables de sacar del letargo de
post guerra a los superhéroes, lo que lleva al nacimiento de la Edad de Plata
del género, en la cual Lee llevó a Marvel a mostrar héroes con los que el
público se sentía representado, más humanos, complejos y con problemáticas
reales.
Y es tanto el brillo de Stan Lee,
que parece que él hubiera sido el único que llevó a cabo esta transformación,
por lo que el público suele olvidar que en su momento de mayor creatividad
estuvo acompañado por dos grandes artistas como Jack Kirby y Steve Ditko,
mientras que, en la vereda de enfrente, en DC, el legendario Julie Schwartz
hacía lo suyo.
Con los años, incluso quienes
nunca se interesaron por el mundo del comic, se familiarizaron con la bonachona
imagen de ese anciano que aparecía en las películas de Marvel. Era casi un juego
de la escondida descubrir en qué momento del filme aparecería y qué papel
jugaría en esta ocasión, pues el registro actoral de Stan en el cine iba desde
lo casual hasta lo decididamente estrambótico.
No obstante, también hemos de ser
justos y reconocer que hubo una sobreexplotación de Lee, en especial en los
últimos años. Fue triste ver el video en que estaba firmando fotografías y
chucherías varias estando tan deteriorado físicamente. Mal por quienes no le
dieron el descanso merecido en el momento adecuado, tanto quienes lucraron con
él, como los que hicieron una fila interminable para conseguir un autógrafo de
un anciano que apenas podía tomar el lápiz.
Pero al final lo que prevalece es
el legado, y el que nos deja Stan Lee es tan basto que muchas generaciones en
el futuro lo recordarán como el creador no sólo de un universo superheroico,
sino de toda una mitología moderna.
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