¿Alguna vez se ha detenido a
soñar acerca de lo que nuestra ciudad es y lo que podría ser? Pensemos en todos
nuestras potencialidades que se están dejando de lado pues, por desgracia,
existe la idea que todo debe girar para y por la minería, como si sólo fuéramos
un gran campamento minero. Imaginemos por un momento las cosas que podríamos
tener y que pensamos que son imposibles. Visualicemos una ciudad donde las
áreas verdes no son un chiste literal y sí están hechas de pasto y otras
plantas, dejando de lado la pintura verde. Imaginemos un enorme parque, nuestro
pulmón verde, en el centro de la ciudad; quizá en los terrenos usados en la
actualidad por ferrocarriles podríamos tener este hermoso parque, con teatros
al aire libre y los edificios reacondicionados como museos o similares, como el
ex Colegio Antofagasta que hoy está en completo abandono.
Pero también podemos imaginar una
ciudad unida de punta a punta con un metro tren, un sistema de transporte
limpio y que ayudaría a descongestionar nuestras estrechas calles. También
sería interesante ver el famoso funicular que anunció el gobierno pasar por
encima de nuestras cabezas, pero como una interesante atracción turística,
porque no sé cómo podría solucionar nuestros problemas de transporte.
Imaginemos una ciudad que
funciona como faro cultural, que saca provecho de su diversidad, que se
enorgullece de su pasado salitrero y que es respetuosa de su patrimonio.
Soñemos con una ciudad amable con quienes vivimos en ella, que merezca
realmente el apelativo de perla del norte.
Soñemos, que eso no cuesta nada.
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